Los directivos saben que en el actual entorno es necesario estar siempre alerta de las necesidades de sus equipos para poder conducir al grupo hacia el logro de los objetivos señalados con la mayor eficacia. Ser un buen líder es una cualidad que todo directivo persigue y que se puede lograr teniendo en cuenta estos ocho claves fundamentales:
- La información. El directivo debe ser habilidoso para recopilar la información de su entorno de forma rápida y perspicaz, y, a continuación, utilizarla correctamente. Esto significa que no puede almacenarla, sino que debe entenderla, darle sentido y enriquecerla con opiniones propias, administrarla y distribuirla entre sus colaboradores para facilitarles su trabajo.
- La misión y la estrategia. La misión articula y define la visión global de la organización en la que trabaja el directivo. Éste debe conocerla perfectamente y no perderla de vista ni un instante para poder conducir siempre a su equipo y el trazar los objetivos en la dirección adecuada. Lo primero es comprender la misión y después deberá diseñar una estrategia para cumplir sus objetivos al tiempo que se cumple la misión.
- Los resultados. El directivo debe formularse a sí mismo las preguntas que le recordarán cuáles son los resultados de los que se ha responsabilizado y por los que deberá rendir cuentas en su organización. Alcanzar buenos resultados no consiste en focalizar los objetivos cumplidos, sino que el directivo debe aspirar también a la satisfacción de su equipo y del resto de la organización, y a la mejora de su capacidad organizativa; es decir, que eficacia no se traduce en alcanzar el fin adecuado, sino que también el medio para lograrlo ha de ser el oportuno.
- La delegación. Dentro de la capacidad organizativa del directivo, existe un lugar privilegiado para la capacidad de delegar responsabilidades. Se trata de otorgar autoridad y exigir responsabilidad a otros de tareas que uno deberá defender una vez estén realizadas. Esta clave constituye la base del liderazgo efectivo y exige una relación de confianza en los colaboradores.
- La comunicación. El directivo debe ser capaz de persuadir a su equipo y al resto de la organización. Las cualidades comunicativas de un directivo determinan normalmente el éxito o fracaso de su gestión. A través de la comunicación fluye la influencia en los demás, la motivación, la creación de un clima de trabajo, la construcción de relaciones, etc. Es indispensable desarrollar permanentemente las habilidades de comunicación para ser un directivo eficaz.
- El equipo. El grupo de personas que colaboran día a día con un mismo fin debe poder construir una relación de fidelidad y compromiso con sus objetivos. El desempeño de un buen equipo es mejor que la suma de los esfuerzos individuales de sus integrantes. Un buen directivo deberá ser capaz de crear el caldo de cultivo necesario para que las diferentes personas se sientan integradas en el equipo y funcionen como tal.
- El aprendizaje. En el contexto de las organizaciones las personas deben evolucionar constantemente en dos direcciones: por un lado, deben hacer prosperar las relaciones que han construido con sus compañeros y, por otro, deben formarse en los aspectos técnicos que requiere su trabajo.
- La innovación. Este concepto debe presidir la totalidad de las prácticas del trabajo del directivo. La innovación exige que se cumplan las anteriores siete claves para poder cultivarse. Las organizaciones modernas saben que la innovación es necesaria para tener un buen lugar en el panorama de los negocios actualmente, por lo que los directivos deberán conocer todos los aspectos que harán que sus equipos sean capaces de generar innovación en su trabajo permanente.
Fuente: Boletines Deusto Gestión de personas
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